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Ignacio Ondargáin NACIONALSOCIALISMO.
Historia y Mitos (Texto revisado en
diciembre de 2007) MONTSERRAT “Montserrat, Catedral de la naturaleza; Fuerza del Grial entretejida en la materia del mundo; yérguete audaz y desafiante hacia el cielo; como el ciprés en la plaza”. 1-
Formación de la montaña 2-
Una visita a Montserrat 2- Montserrat, tierra del espíritu 1- Formación de
la Montaña En el corazón de la
provincia de Barcelona, en la Cordillera Prelitoral, y en medio de un paisaje de montañas de perfiles suaves y gastados, se
alzan las audaces e imponentes formas del macizo de Montserrat. Sus elegantes, limpias y cuidadas formaciones verticales
son un verdadero desafío a la pesadez y el cansancio del mundo; Montserrat es la victoria de la Vida y del espíritu
de la verticalidad sobre la materia caótica, informe y decadente. En la formación de
la montaña podemos apreciar una emanación “intraterrestre” de Fuerza que, como una llama de fuego se alza
hacia la verticalidad. El grado de onda generado por esta Fuerza “intraterrestre” al incidir sobre el plasma cósmico
crea la forma terrestre de la montaña. Y esto sucede precisamente en este lugar porque el interior de Montserrat permanece
hueco y guarda dentro de sí todo un mundo interior que le conectan con otras dimensiones y otros mundos fantásticos. Es por
esto que las formaciones de Montserrat son fantásticas, mágicas y desafiantes, como de otro universo. Las rocas de
Montserrat son aglomerados endurecidos de cantos rodados, guijarros, barro, materiales sedimentarios... modelados por el espíritu
“intraterrestre”. Durante el proceso de solidificación del aglomerado, la materia adopta la tendencia de
la Fuerza del espíritu proyectada en este lugar del espacio-tiempo. Hallamos pues como causa conformadora de la montaña a
la actuación de una Fuerza y su consiguiente grado de onda. La Fuerza a que estamos refiriéndonos está vinculada al mundo
subterráneo de Agartha que se halla “en
el subsuelo raíz” de la montaña barcelonesa. Montserrat es una puerta entre mundos cuyo grado de onda provoca distorsiones espacio - temporales en todo su entorno,
haciendo así de puente entre diferentes dimensiones y universos. Existen en la formación de la roca de la montaña varios estratos
claramente diferenciados entre sí por el diferente color de la piedra (más rojiza, más gris...) y por el grado de desgaste
manifiesto. Se distinguen en la formación o creación de la montaña varios tramos, siendo generalmente los más gastados los
que se hallan en las partes menos elevadas, mientras que los aglomerados más jóvenes y menos gastados son los que se hallan
en las partes más elevadas y audaces. Por poner un ejemplo, en la zona de Agulles, en el N.O. de la montaña, la roca de la
Cadireta y la Foradada son de un estrato más gastado y rojizo, mientras que las rocas de las agujas o picos de Agulles son
de piedra más joven, menos gastada y de color grisaceo. 2- Una visita a
Montserrat Montaña por siempre
mágica, Montserrat está situada sobre la ribera derecha del río Llobregat. El Llobregat es el río barcelonés por excelencia.
Nace en prepirenaica Sierra del Cadí, a más de 2000 metros de altitud y desemboca junto a la ciudad de Barcelona formando
un amplio delta. A la altura de Montserrat,
el cauce del Llobregat se halla a una altitud de poco más de 100 metros sobre el nivel del mar. El pico más alto de Montserrat
es San Jeronimo (Sant Jeroni), con 1224 metros. En la montaña destacan por su audacia las formaciones de la vertiente
norte y oeste. Al extremo oeste, hallamos las “Agullas”, donde se acumulan incontables agujas de roca vertical
en graciosa formación. Si desde las Agullas
avanzamos hacia el este por el norte, encontramos La Cadireta en la región de los Frares. La Cadireta está situada en el extremo
norte de la montaña y la curva de la carretera que la bordea, tiene una explanada que es un lugar ideal para la observación
del cielo nocturno y del Septentrión. La Cadireta tiene una forma muy curiosa y enigmática. De hecho, es una pequeña prolongación
de 200 metros de la Montaña hacia el norte. Un agujero triangular por el que pasan los últimos rayos del día, la atraviesa
en la parte media, dándole el nombre de la Foradada. Y en la punta norte vemos una formación que es la imagen de la cabeza
de un dragón legendario, mirando al norte, tal vez a la estrella polar. Más abajo, siguiendo por la Cadena de Les Pujades,
hay una roca como un altar. Toda la vertiente norte
de Montserrat está formada por altísimas paredes y agujas de piedra que se elevan sobre las tierras bajas. Destacamos
entre estas agujas el Cavall Bernat, que se eleva 1100 metros sobre el nivel del mar y que se halla sobre el pueblo de Monistrol,
el cual está a 150 metros sobre el nivel del mar, junto al cauce del Llobregat. El Cavall Bernat es una altísima aguja de
piedra, la más vertical, audaz y estilizada de toda Montserrat. La palabra Cavall (caballo), no es más que un recurso puritano
para esconder el verdadero sentido de la verticalidad de toda esta catedral de piedra que es Montserrat. Un poco más allá, en
el este de la montaña, encontramos el monasterio benedictino de Montserrat, situado a 721 metros sobre el nivel del mar. En
la actualidad este monasterio es un centro turístico de primer orden. Para acceder al recinto
del monasterio en coche hay que pasar por un peaje que cuesta 4 euros (año 2007). La otra opción es dejar
el coche fuera, antes del peaje, y desde ahí llegar a pie hasta el monasterio. La distancia aproximada es de un kilómetro
y medio, dependiendo de dónde consigamos dejar el coche. Entre semana no hay problema, pero en fin de semana o día festivo,
la cosa puede complicarse un poco. Nosotros dejamos el
coche aparcado fuera del peaje, en la primera curva que hay en dirección hacia Can Masana. En esa misma curva de la carretera,
subiendo hacia la montaña, tomamos un caminito que nos lleva al pintoresco camino de “Els Degotalls” o “Las
Goteras”. Este camino está repleto de mosaicos de diferentes vírgenes regionales de toda Cataluña. Tras veinte minutos
de distraído paseo llegamos al recinto del monasterio. Un restaurante moderno
de hormigón, construcción rápida y de dudoso gusto estético, se asoma sobre el Barranco de Santa María, donde vemos el cable
por el que asciende el “Aéreo”, un teleférico fabricado antes de la guerra en Alemania. A un desnivel de más de
seiscientos metros, más abajo, vemos el cauce del río Llobregat, con sus aguas de color terroso marrón claro. En la distancia,
a 30 kilómetros en línea recta hacia el sudeste, distinguimos la montaña del Tibidabo, con el edificio de la basílica en su
cumbre, mirando hacia el otro lado. A la derecha de esta, la moderna torre de comunicaciones de Collserola. Detrás del Tibidabo
se nos esconde de la vista la bulliciosa ciudad de Barcelona y detrás podemos ver el mar. Ahora nos acercamos
al monasterio. El monasterio benedictino de Monserrat fue fundado en 1027 por el abad Oliva y está situado en la ladera meridional
- este de la montaña. De la primitiva iglesia de estilo románico se conserva sólo el portal. En 1537 fue ampliada y restaurada
dentro del estilo gótico. La actual iglesia data de la segunda mitad del siglo XVI y consta de una sola nave con doce capillas
laterales. Las dependencias más
antiguas del monasterio son del siglo XVIII ya que en 1811 el monasterio fue destruido por los franceses. Se dice que las
tropas de Napoleón destruyeron el monasterio buscando el Grial pero que no lo consiguieron encontrar. La imagen de Nuestra
Señora se halla en el interior de la basílica y presidiéndola dentro de un camarín de estilo neorrománico construido en 1878
por Francisco de P. del Villar y decorado con vidrieras policromas y mármoles. Tallada en madera de álamo blanco, la imagen
de Nuestra Señora data del siglo IX. De visita por todo
el recinto de la basílica y el monasterio nos encontramos con turistas de toda Europa, principalmente franceses, alemanes,
italianos, así como de países eslavos e hispanoamericanos. Al fondo de la explanada
donde se halla el monasterio hay una placita con dos ejemplares de tejo, árbol mágico desde la antigüedad. Todo este árbol
es venenoso (y alucinógeno) excepto su fruto. En toda la montaña de Montserrat nos encontraremos con diversos ejemplares
de tejo, algunos de los cuales, los situados en lugares más inaccesibles, son de edad y tamaño considerable. Debido a la calidad
de su madera, la mano del hombre ha hecho desaparecer este árbol de las montañas de la región, pero en Montserrat ha
sobrevivido gracias a la dificultad de acceso y de desplazamiento por el terreno. En esta mágica montaña lo encontraremos
casi siempre en los espacios que quedan entre las formaciones verticales de piedra, como guardianes de los angostos pasos
hacia las zonas más elevadas. Desde el Monasterio,
a 721 metros sobre el nivel del mar, emprendemos la subida hacia la cumbre de San Jerónimo (Sant Jeroni), situada a 1224 metros.
Es decir, el desnivel a superar es de 503 metros. Para ello tardaremos una hora y quince minutos a paso tranquilo. Tras superar 1024 escalones
llegamos a el “Pla dels Ocells”, o Plana de los Pájaros, a 930 metros de altitud. Seguimos ahora junto al lecho
del torrente de Santa María que casi siempre permanece seco, pues la naturaleza cárstica de la montaña impide la existencia
de corrientes de agua en superficie. Caminamos por varias umbrías de bosques de encina alternados con algunos arces y salpicados
de acebos y otros arbustos, llegamos a la ermita de San Jerónimo, a 1150 metros de altitud, en el Tábor de la montaña. En
esta zona es habitual la presencia de una colonia de gatitos. Desde la ermita de
San Jerónimo venceremos un último desnivel de 74 metros para llegar hasta la cumbre homónima a 1224 metros, la mayor altitud
de Montserrat. Para ello caminamos durante 8 o 10 minutos (según grado de salud y fuerzas de cada uno), un tramo de
empinadas cuestas y escaleras. Ya en la cumbre de
San Jerónimo (Sant Jeroni), dominando toda la montaña de Montserrat, tenemos unas vistas privilegiadas. En el centro
de la pequeña explanada circular de 5 metros de diámetro de la cumbre, tenemos una “rosa de los vientos” de acero
indicando y señalando las montañas que pueden divisarse. Si nos apoyamos a la barandilla que hay junto el barranco norte,
vemos 700 metros de caída libre. En invierno, la nieve cubre de blanco las cumbres del Pirineo que se divisan en el horizonte
norte y por las mañanas la niebla gusta de ascender sinuosa desperezándose y abandonando los valles. Un día muy claro, poquísimos
días, puede llegar a verse la isla de Mallorca, en dirección al sur coronada por su montaña del Puigmajor. En primer término
hacia el septentrión, en los valles, vemos las minas de sal de Cardona, y detrás están las los Rasos de Peguera, primera elevación
que supera los dos mil metros de altitud del Pirineo sur. Más al norte, el Puigmal y hacia el nordeste el Canigó, ya en el
Rosellón francés. Girando un poco hacia el noroeste destaca el Aneto, pico más alto del Pirineo, y más hacia el noroeste vemos
todo el Pirineo Central. Veinte kilómetros a vuelo de pájaro hacia el nordeste, en la misma Cordillera Prelitoral en la que
nos hallamos, vemos Sant Llorenç de Munt, montaña que tiene notables similitudes con Montserrat, y detrás destaca el
Montseny, compuesto este del Matagalls (a la izquierda) y el Turó del Home (a la derecha), a más de 1700 m de altitud sobre
el nivel del mar. En el mismo Montserrat, hacia Can Masana (dirección oeste), vemos las graciosas y esbeltas agujas de los
Frailes (Frares) y Agulles. Al sur y al oeste de Montserrat hay montes pedregosos de tierras pobres en las que crecen bosques
de pino (repoblaciones), encina autóctona y algunos robles de hoja pequeña (roure martinenc), y más allá, hacia el sur, la
región vinícola de Penedés. Bajando el San Jerónimo,
de vuelta al monasterio, volvemos a pasar por una plataforma de aterrizaje de helicópteros, donde nos encontramos con sorpresa
con un ejemplar de cabra hispánica. Cierto, hace unos años han sido introducidos en la zona algunos ejemplares de este animal...
y parece ser que algunos se han adaptado. Pareciera que esperara de nosotros algo de comida, pero no llevábamos nada encima
que darle. Ya de vuelta en el
monasterio, fijo mi atención en una formación natural, una roca que se alza, como guardián, al otro lado del torrente de Santa
María, hacia el sur. Es una figura de roca, con forma desafiante que me llama la atención. Me recuerda un ser alado poderoso
como las antiguas estatuas sumerias, persas o hititas. Así es, pienso, “eres un guardián que vigila el corazón de
la montaña, no sea que pudiera tratar de acceder alguno que fuera indigno”. La tarde oscurece y
las nubes iluminadas por los últimos rayos del sol destacan sobre el cielo. Al sur, hacia el valle del Llobregat y hacia la
ciudad de Barcelona, las luces eléctricas de las farolas ya se han encendido, iluminando artificialmente el mundo de los hombres,
como si trataran de impedir que la oscura luz del misterio brille en su mundo. 3- Montserrat, tierra
del espíritu La “Moreneta”,
como decíamos antes, es la talla de madera de álamo blanco que fue encontrada a finales del siglo XI por unos pastores que
recorrían los valles cercanos con sus rebaños. Guiados por luces y sonidos angelicales, siete pastores de Monistrol, y a lo
largo de siete sábados seguidos, vieron descender varias luminarias sobre un lugar concreto de la montaña donde se halla una
cueva. Llevados hasta la cueva, iluminada por un resplandor sobrenatural, encontraron la figura de la que fuera patrona de
Cataluña: una “virgen negra”. Cuando el entonces obispo de Barcelona ordenó que la imagen fuera conducida
a la catedral de la ciudad condal (Barcelona), la talla multiplicó tanto su peso que fue inútil todo esfuerzo por desplazarla.
Permaneció en el lugar y fue erigida para ella una ermita. Sobre este lugar se edificará con el tiempo el monasterio benedictino
y la basílica que le darán culto. El 21 de febrero de
1345, cientos de personas pudieron ver cómo una luz procedente de Montserrat entraba por la antigua iglesia del Carmen de
Manresa, luz que “pareciera ser una estrella”, la cual se dividió en tres, reagrupándose de nuevo en la
capilla de la Santísima Trinidad, para salir luego despedida hacia Montserrat. Tanto impacto causó ese fenómeno que
todos los 21 de febrero se sigue celebrando la fiesta de “La Misteriosa Llum”
(la misteriosa luz) en recuerdo de aquello. Cada aniversario de
la consagración de la Basílica de Montserrat, que tuvo lugar el 2 de febrero de 1592, se celebra su fiesta dentro del
calendario litúrgico. Montserrat, además de ser un santuario mariano, destaca como uno de los más importantes “Santuarios
Ufológicos” de España. Lluis José Grífol, desde 1977 concentra cada
día 11 de mes a cuantas personas deseen tratar de avistar “naves trazadoras”.
Montserrat es un macizo de impresionantes formaciones geológicas. Oficialmente la formación de la montaña se atribuye
a explicaciones racionales y “lógicas”, pero ninguna de estas teorías da una explicación cierta a tanto
derroche de belleza natural y formas insinuantes. Montserrat ha inspirado a místicos, ermitaños, grandes artistas...
¿Cuál es el tesoro que se esconde en su interior?. ¿Cuál es la energía o la Fuerza que ha llegado a conformar tan hermosas
formas que apuntan siempre hacia la verticalidad?. Uno de los mayores
misterios de Montserrat es su mundo subterráneo. De la multitud de grutas y pasadizos que oculta en su interior la
montaña, solamente pueden visitarse sin dificultad los 549 metros que conforman la “zona visitable” de
la Cueva del Salnitre. A lo largo de ella se suceden la enorme sala central, o
Cueva de la Catedral, en la que se celebran conciertos en ocasiones y los espectaculares “Pou del Diable”
(Pozo del Diablo) y la Cueva de Cambrils. Numerosas formaciones geológicas de estas cuevas inspirarían las más fantásticas
interpretaciones de diablos, hadas y seres sobrenaturales. Incluso Antonio Gaudí se
inspiró en sus obras en lo que viera en el mundo subterráneo y exterior de Montserrat. Lo cierto es que Montserrat
es una montaña en la que se producen inquietantes manifestaciones energéticas. Entre los sucesos más enigmáticos, figuran
las desapariciones de varias personas sin dejar rastro. Así, la noche de san Juan de 1975, Pep, un habitante de Collbató (ladera
sur de la montaña, donde se halla la Cueva del Salnitre), desapareció para el
mundo cuando volvía de apagar un fuego en una zona sin dificultades... y nunca jamás fue hallado su cuerpo. Han habido innumerables desapariciones más en sus inmediaciones, pero no es interés de este artículo enumerar
y detallar tales casos. Montserrat... en esta montaña existen puertas interdimensionales. Hay una conexión directa entre Agharta (El Reino Subterráneo de los dioses) y Montserrat. La energía que mana de la montaña mágica procede de
este mundo intraterrestre. En definitiva, una puerta al otro mundo. Cuando la Atlántida
cayó destruida por sus propios errores desapareciendo de sobre la faz de la tierra, un grupo de atlantes supervivientes creó
este “portal” , conformándose así las audaces formas de Montserrat. Como hemos visto, la montaña
es una puerta interdimensional que garantiza el nexo con el mundo antiguo y los dioses. Según apuntamos anteriormente,
algunos estudios afirman que Montserrat es una montaña hueca que, además, en su interior existe un lago subterráneo.
Muchos afirman que en este lugar “intraterrestre” oculto al mundo,
está conservado el Grial, preciado objeto custodiado por ángeles y creador de toda la magia presente en la montaña barcelonesa.
Muchos creyeron que el Montsalvat de las leyendas del Grial es Montserrat y lo buscaron en sus grutas infructuosamente.
Los nazis recogieron este testigo y lo buscaron inspirados por doctrinas esotéricas. Otto
Rahn, oficial SS desde 1934, inspeccionó Montserrat, tras su estancia en la
región de Montsegur en el Pirineo francés y Himmler, el Reichführer SS, visitó Barcelona y Montserrat en 1940. Los nazis trataban de conseguir la Fuerza que emana de este objeto
(el Grial) para convertirse en invencibles. Himmler mostró especial interés por
las formaciones geológicas de la montaña, así como por el acceso a su mundo subterráneo. Montserrat se halla unida a otros diversos lugares diseminados por el mundo, conformando fortalezas de Agharta. Sus iniciados acuden a estas fortalezas del espíritu “naturales” para recibir la iniciación
de Agartha. El mundo “intraterrestre” se manifiesta a través
de Montserrat: los innumerables avistamientos “ovni” nos señalan en esta dirección. Las profecías de Agartha nos dicen que cuando el ser humano olvide la divinidad, la corrupción reinará
y dominará el mundo. Entonces los hombres serán seres sedientos de la sangre que despreciarán a sus hermanos y las coronas
de los reyes caerán. El caos traerá una terrible guerra que azotará y destruirá todo el mundo. Sucederá en tal escenario dantesco
que el Soberano de Agartha y sus leales saldrán a la superficie de la tierra para
establecer el reino del espíritu... verticalidad, sabiduría, paz. Y los demonios serán arrojados al fuego que consume todas
las impurezas... “Maestro, ¿qué es el zen?”, pregunta el discípulo. El maestro contesta:
“el zen es el ciprés en el patio”. El ciprés es la verticalidad:
el espíritu. Eso son las agujas de piedra de Montserrat que se yerguen y vencen a este mundo de muerte y decadencia.
Porque el espíritu es vertical: no muere nunca. Así es la Fuerza que da forma y vida a Montserrat. La vida vence a
la muerte. Por esto Montserrat es Agartha: la energía verticalizada del
espíritu se manifiesta sobre este mundo mortal. En la entrada de la
basílica de Montserrat, a la izquierda, hay un pequeño patio con varias columnas de estilo románico. En medio de este
pequeño y austero patio “trencat”, un ciprés eleva toda su fuerza hacia el cielo. “Agartha
se yergue sobre el mundo: Montserrat es su templo para la eternidad”.
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